La vida en esta ciudad tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, como todos los sitios del mundo. Pero hay algo en lo que coinciden todos los expatriados que voy conociendo: vivir en Shanghai es estar subido en una montaña rusa emocional.
Unos días te sientes pletórico, encantado de poder ver esto, que es tan distinto y excitante, con tus ojos, de aprender un montón cada día e ingeniártelas para sobrevivir en una ciudad de semejante calibre en un idioma que no es el tuyo. Estos son los días Shang-HIGH. Los de subidón, un subidón total en el que da igual el tiempo que te tengas que quedar en la ciudad porque es tan genial y tan divertido que el tiempo parece escaso para poder exprimir todo lo que este sitio tiene que ofrecer.
Y luego están los días Shang-LOW. Los de bajón total... en los que te sientes en el quinto pino, super lejos de todo, rodeado de una cultura y un idioma que no entiendes y que te saca de quicio. Dicen que es debido al choque cultural, nuestra mente reacciona rechazando lo extraño, haciendo difícil adaptarse.
Lo curioso de estos estados de ánimo es que se alternan sin transiciones y de forma contínua. Un día estás en la cima del mundo, y al siguiente maldiciendo la ciudad y haciendo planes para marcharte enseguida...
Encontrar una estabilidad y tranquilidad emocional aquí parece imposible. Nadie de la gente que conozco (extranjera) la tiene. Después de casi un año he llegado a la conclusión de que la clave está en ser muy consiente de "la montaña rusa". Así, el día que te toca bajón, sabes que muy probablemente en unas horas -en el mejor de los casos- estés partiéndote de risa rodeada de gente nueva e interesante. Y si te toca el de subidón, hay que aprovecharlo al máximo porque no se sabe cuanto durará....Así que a disfrutar!
SUBIDÓN SUBIDÓN!!!
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