Hoy me he levantado a las 7 de la mañana y he subido sola hasta la Moon Hill.
Me llevó hasta los pies de la montaña, muy amablemente, un chico del pueblo en su moto. Una vez allí me armé de energía para subir los 800 escalones que llevan hasta el perfecto arco de roca que corona la montaña.
Fue una subida dura...me sentía como una peregrina cumpliendo una promesa a la virgen! pero también fue muy bonito estar rodeada sólo de bambús y de silencio...sólo oía el trinar de los pajaritos...además era tan temprano que estaba completamente sola en el lugar.
Cuando ya no podía más (cansancio, calor, fatiga...) alcé mi cabeza, y ahí la tenía...un monumento natural de inmensas dimensiones y espectacular belleza.
Contemplando el precioso paisaje del valle de Guillin, me pude transportar a la China antigua que aperece en los grabados y en las láminas que se ven por aquí... esa China mitológica con templos en las montañas, campos de arroz en los valles y dragones en el cielo.
La Moon Hill desde lejos y al anochecer.
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